Lectura del santo Evangelio según san Juan (1,29-34):
Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: «Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: «Trás de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo.» Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua para que sea manifestado a Israel.»
Y Juan dio testimonio diciendo: «He contemplado el Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: «Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo.» Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.»Palabra del Señor.
El testimonio del Cordero de Dios:
La lectura del Evangelio según san Juan (1,29-34) nos presenta un momento crucial en el que Juan Bautista señala a Jesús como el Cordero de Dios. Este pasaje, cargado de significado teológico, nos invita a reflexionar sobre el papel de Jesús como quien quita el pecado del mundo y nuestra responsabilidad de dar testimonio de esta verdad en nuestra vida cotidiana. En este mensaje, hay un llamado explícito a la comunidad a reconocer a Cristo y actuar en consecuencia.
Reconocer al Cordero en la vida cotidiana:
En nuestra vida diaria, reconocer a Jesús como el Cordero de Dios nos invita a ver su presencia en lo ordinario. Es en los pequeños gestos de amor y servicio donde descubrimos a Cristo. En el trabajo, puede significar actuar con integridad, buscar la justicia y respetar la dignidad de los demás. En nuestras familias, es amarnos mutuamente, incluso en las diferencias, y en nuestras comunidades, es trabajar unidos para construir un entorno donde reine la paz y la solidaridad.
El testimonio personal como compromiso:
Juan Bautista nos enseña la importancia de ser testigos auténticos. Su valentía al declarar quién es Jesús nos desafía a dar testimonio con nuestras palabras y acciones. En la parroquia y los movimientos apostólicos, este testimonio se traduce en el compromiso de vivir el Evangelio, ser coherentes con nuestra fe y actuar con humildad. La coherencia entre lo que decimos y hacemos es la forma más poderosa de inspirar a otros.
La obra de redención en comunidad:
Cuando Juan Bautista dice que Jesús «quita el pecado del mundo», subraya la obra redentora de Cristo, una obra que no podemos lograr por nosotros mismos. En nuestras comunidades, estamos llamados a colaborar en esta misión, promoviendo el perdón y la reconciliación. Esto se logra cuando trabajamos juntos en proyectos pastorales, apoyamos a los necesitados y damos testimonio del amor de Dios a través de nuestras acciones colectivas.
Caminando hacia una fe más plena:
Finalmente, el pasaje nos invita a profundizar en nuestra relación con Cristo. Conocerlo como el Cordero de Dios significa abrirnos a una experiencia más íntima con Él, una experiencia que transforma nuestro corazón y nos capacita para servir. En los movimientos apostólicos, esto puede traducirse en la formación continua, la oración comunitaria y el trabajo en equipo para llevar el mensaje del Evangelio a quienes lo necesitan.
Meditación Diaria:
El Evangelio de hoy nos recuerda que Jesús es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Esta declaración de Juan Bautista es una invitación a reconocer la presencia de Cristo en nuestra vida. Reflexionemos sobre cómo nuestras acciones pueden ser un testimonio vivo de este mensaje. ¿Estamos dispuestos a señalar a Jesús con nuestras palabras y hechos? Al meditar, pidamos a Dios la gracia de ser fieles a nuestro llamado de ser testigos de su amor y redención en nuestra comunidad.
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